De niñas los observan con admiración. Cuando pasan los años los acompañan y los cuidan. Son “las nenas de papá”. Entre ellos se crea un fuerte vínculo que deja marcas a lo largo de la vida… Una celebración el Día del Padre con mujeres rosarinas que hablan del “viejo” con profundo afecto.
De niñas los observan con admiración. Cuando pasan los años los acompañan y los cuidan. Son “las nenas de papá”. Entre ellos se crea un fuerte vínculo que deja marcas a lo largo de la vida. Una celebración el Día del Padre con mujeres rosarinas que hablan del “viejo” con profundo afecto.
La relación con el padre es siempre única e intensa. Pero cuando ese vínculo es entre una mujer y su “viejo” el lazo tiene sus particularidades. La psicoanalista Marité Colovini explica cómo es ser “la nena de papá” y qué marcas deja en la vida ese amor.
—La relación entre un padre y una hija es siempre importante en la vida de una mujer ¿qué marcas suele dejar en ellas este vínculo?
—Para la hija mujer, la relación de amor hacia el padre es de un alto valor y persiste durante muchísimo tiempo en la vida. Ahora bien, se trata del amor al padre pero también del amor. Es decir, la niña espera de su padre lo mismo que ella le brinda. Y por supuesto este amor no es tranquilo ni simple. Sus aristas son también el desengaño o la idealización que lleva a constituir al padre en un ídolo y esto a veces dificulta mucho la vida amorosa ulterior.
—Es frecuente que la mujer tenga entonces un "enamoramiento" con la figura de su padre. Ahora, si ese papá estuvo ausente o no fue “el hombre fuerte y contenedor" que suele representar a la figura paterna, ¿qué tipo de marcas, en general , puede dejar?
—Como decía anteriormente, los “condimentos” del amor al padre y las variantes del amor del padre son los que estructuran las diferentes posiciones de una mujer respecto a su vida amorosa, pero también es relevante para una hija recibir de su padre la “autorización” para ser una mujer. Si se presentan dificultades en este aspecto, en esta “operación”, la mujer puede acarrear importantes consecuencias en el modo en el que se relaciona con su femineidad.
—Es frecuente que se escuche que el hombre espera tener un hijo varón antes que una hija mujer, algo que la cultura machista alienta.
—Creo que sobre este tema no hay patrones mayoritarios. Hay también muchas mujeres que esperan al hijo varón y conozco hombres que ansían tener hijas mujeres.
—¿Cómo debería ser una relación saludable entre padre e hija?
—Esa pregunta me permite hacer presente mi propia relación con mi padre. Un hombre fuerte, inteligente, severo y tierno, que siempre veló por sus hijos. Un ejemplo que cada uno de mis hermanos y yo tratamos de seguir. Mi viejo murió hace ya quince años pero el recuerdo de su voz y su mirada nos acompaña.
Casi lo escucho contándonos cuentos, cantando canciones de amor, hablando de política y enseñándonos, siempre enseñándonos cómo vivir con dignidad. Mi viejo fue un padre como tantos, no EL padre; que podía equivocarse a veces pero que sabía ser consecuente con sus valores. ¡La pucha que se extraña!
Florencia O’Keeeffe / La Capital